Yo soy

Yo soy

viernes, 16 de septiembre de 2011

Gracias por las risas que despierta en mi el cocodrileo cultural que tienen Pedro Torres y Orlando Baquero que en Valencia, saben protagonizar el primero el papel del negro esclavo desde Gabriela Carrillo y el viaje del Dr. Salas Römer a Cuba para los festivales Afrocaribeños y el populismo que hasta me tocó participar con una tal María Paleta en la Villavincencio con Esmeralda Mujica y Fundapatria, siendo siempre Torres el negro esclavo que prepara los eventos porque conoce al pueblo que por supuesto los Salas y el "chavista" Carlos Rodríguez en su momento ni de vaina se acercan. Me dicen que fue ratificado otra vez en el cargo que ostenta sin interrupción desde el primer gobierno de los Salas desplazando a Pedro Douaihi, con el educado despido humillante que hacen los Salas, y a Orlando por ser el hombre que siempre emerge de las sombras sin exponer nada que no sea a favor de si mismo. ¡Asi se hace la insurgencia, camaradas de la que tanta bolserías hablan!!!!

Gracias por las risas
GABRIEL VARGAS-ZAPATA |  EL UNIVERSAL
viernes 16 de septiembre de 2011  12:37 PM
Algunas veces el cine logra sorprenderme de formas excepcionales. Cuando hacer una comedia mezclando elementos clichés y estereotipos de los más bajos, hubiera parecido trillado, absurdo y de bajísima calidad... ¡zas! Llega alguien y lo hace con unos resultados sencillos pero brillantes.

Damas en guerra es la mejor comedia que he visto en mucho tiempo (creo que la última verdaderamente buena fue Alguien tiene que ceder), hacer de tanta prefabrica, una historia genuina y divertida, es toda una hazaña. ¿El truco? Mucha creatividad y un buen guión, de hecho uno de los mejores del año.

¿Por qué la historia me atrapó en un santiamén? Su protagonista es encantadora. Un personaje universal y a la vez una crítica. Una oda a la autoestima y al amor. Kristen Wiig realiza un magnifico trabajo, provoca las risas de la manera más simple y nos envuelve con toda la complejidad sentimental que su personaje mismo derrocha. Además, la cinta esta repleta de gags en los que Wiig se luce como bufona real y canónica con la misma fascinación que puede enternecernos con su faceta dramática. El resultado es tan maravilloso, que provoca abrazarla una vez que termina.

El guión, del que Wiig también es coartífice, dice mucho de su alto grado de vinculación con el filme, al punto en el que por momentos... la historia es solo ella, aunque eso, a decir verdad, no es muy saludable para la cinta. Tampoco lo fue el final, tuerto e indeciso, que dejó tantos cabos sueltos como pudo; supongo que es parte de la naturalidad y la frescura del relato en si. Un experimento. Pero para momentos así, yo hubiera preferido un poco más de tradición, o lo que es igual: un final más redondo.

Aunque la historia gira en torno al personaje de Wiig, el resto del reparto merece también atención. Todas las chicas, a su manera, son encantadoras e imponentes. Es una película de personajes, pero (a Dios gracia), no huele a menopausia ni a feminismo, hay personajes masculinos con tanto peso y tan bien construidos, que la historia queda pues equilibrada en todos sus horizontes. Y mientras que la lección de autoestima corre por cuenta de una maltrecha profesora, las carcajadas se suceden con energía, aunque se recurra (no demasiado, pero si) a los extremos más grotescos y virales del género.

Hacía tiempísimo que no se nos colaba una película como esta en cartelera. Una comedia de verdad o una verdadera comedia. En Damas en guerra lo más importante es la risa, esa risa pura y casta que nace en la más entrañable espontaneidad, se propaga como un calambre por todo el cuerpo y estalla groseramente en una eufórica carcajada. Pero que a gusto se queda uno luego.

@gvargaszapata
gvargaszapata@hotmail.com
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