Yo soy

Yo soy

jueves, 15 de septiembre de 2011

Es grato leer estos escritos del Dr. Mujica cuando se está solo en una celda hacinado con un poco de tipos de cualquier clase que no suite con visita de mujeres, buen trato y todo el país pendiente de uno como estuvo Hugo Chávez. en el mismo Yare

El Carabobeño 12 septiembre 2011

Guillermo Mujíca || De Azules y de Brumas

(Relatos del Cronista) Miguel E. Velásquez Romera... Así era nuestra Valencia (III)
Era la Valencia perfectamente cuadriculada, con sus calles rectas casi todas empedradas, porque ya en algunas, las principales, el progreso había tendido una gruesa capa de cemento que se llamaba Mac Adams; y la pronunciación correcta de este apellido irlandés era vanidad de la gente bien informada.
El tranvía eléctrico había terminado su ramal hasta La Pastora y se trabajaba en el de Candelaria. Se podía pasear por medio real desde Camoruco hasta San Blas, previo el solicitar la "correspondencia" y esperar un rato en la plaza Bolívar.
Era la Valencia con sus estaciones del ferrocarril inglés en Camoruco y ferrocarril alemán en San Blas. Gustavo Pérez como eterno jefe de estación en la primera y en la segunda José Vicente Jaén, tío del poeta Gustavo, que vivían por la calle Rondón en la esquina de "La Piedra e?Tranca". Era la ciudad de muy pocas industrias donde subsistía al calor de los Telares de Branger, que movilizaban miles de bolívares semanales en pago de empleados y obreros. También estaban los telares de Sales Pérez en Candelaria, pero de menor producción. Hombre de envergadura era éste Sales Pérez. A la entrada de su oficina había un letrero grande, muy visible que decía: "Para que un negocio dé resultados tiene que sudarle la camisa al que los está dirigiendo". Estaban también la Tenería de Termístocles López, camino de Guataparo y la Fábrica de Aceites de Pérez Aikman & Cía, en Camoruco.
Varias fábricas de sombreros de fieltro y pajillas: Sombreros Degwitz, Otto Schirmer & Cía, Sombreros Campi, Fábrica de Sombreros Kleim y la de "musiú" Kumerow. Había tres fábricas de cigarrillos "X" y "Tres ZZZ" de Núñez, Mazziota & Cía, "1 y 14" y "El Combate" de Alvarado & Cía, y fábrica de cigarrillos "Sol de Carabobo" de Tuozzo, creo que se llamaba Sebastián. La gran fábrica de jabón "Las Llaves" de Frey & Cía, y dos fábricas de tacones de goma.
Estas fábricas de tacones vivían en una eterna guerra comercial que despertaba la hilaridad y simpatía de las gentes, pues todo el mundo conocía a sus propietarios: don Angel Giugni, que fundó la primera fábrica y el viejo Arocha, fundador de la segunda, poco tiempo después.
Posteriormente se construye la fábrica de medias de Ricardo Degwitz, que todo el mundo criticaba que fuera levantado ese edificio tan bonito en la esquina de la Boca del Infierno, ahí, donde está todavía, pero entonces era una callejuela enmontada, muy oscura, con un caminito al final que llevaba al río. Eso era todo o casi todo. Lo demás eran fábricas de alpargatas y capelladas, fábricas de tabacos y hornos de cal y de carbón en los alrededores. Se cocinaba con leña en las casas pobres y con carbón en las de buena posición. Bastante tiempo después se conocieron las cocinas de kerosene.
En los bares se tomaba cerveza y el brandy era la bebida de lujo. En los llamados botiquines y taguaras las clases menos favorecidas tomaban los "amargos": berro, yerba buena, torco, fruta e?burro, malojillo, anís de mochilitas y el sabroso "zamurito helado" de Adrián Agudo en El Palotal.
Estas bebidas eran semillas, hojas, raíces, yerbas, puestas a macerar en aguardiente de caña en un frasco grande y bocón; y era frecuente oír pedir "un berro con hojitas" para seguir mascandito después del trago.
Continuará...

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