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miércoles, 24 de agosto de 2011

“No existe el Estado dentro de las cárceles venezolanas”

MOTÍN EL RODEO | CRISIS DEL SISTEMA PENITENCIARIO

“No existe el Estado dentro de las cárceles venezolanas”

El motín de cientos de presos en la cárcel de El Rodeo ha evidenciado los límites del Plan de Humanización puesto en marcha por el gobierno venezolano en 2007.

Fernán Chalmeta / Caracas (Venezuela)
Martes 2 de agosto de 2011.  Número 155

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Familiares de personas presas en la cárcel el Rodeo el 17 de junio
El viejo complejo penitenciario de El Rodeo, cerca de la capital, Caracas, alberga 3.500 reclusos repartidos en tres edificios diseñados para 700 presos.
El 12 de junio, durante las visitas de familiares, se produjo un enfrentamiento entre dos bandas: hubo más de 3.000 disparos y usaron armas largas y granadas de fragmentación. El saldo fue de 26 muertos. El 17 de junio, 3.500 efectivos de la Guardia Nacional (GN) tomaron por asalto el penal para desarmar a los presos y éstos se defendieron a tiros. Murieron dos GN y un preso, el número de heridos quedó sin determinar. Aunque la GN tomó dos de los edificios –con 2.500 presos–, en el tercero 1.100 presos atrincherados resistieron. El Gobierno impidió que el ejército llevase a cabo un segundo asalto, que hubiera sido una carnicería.
El 28 junio, las cárceles de La Planta, Coro y Yare anunciaron huelgas de hambre en solidaridad con El Rodeo y, además, para exigir mejoras. El 30, abandonaron la protesta. La Guardia asedió El Rodeo hasta el 13 de julio, en que, tras largas negociaciones, los presos se rindieron. Resistieron el sitio –a tiros en algunos momentos y por pura presión política en otros–, sin agua, luz ni comida. Durante esos días, sus familiares permanecieron en la puerta del centro, para evitar cualquier represalia por parte de la Guardia.
Livia Montes lleva desde 1992 realizando, a través de talleres culturales en las cárceles, trabajo social desinteresado e independiente del Ministerio de Interior y Justicia (MIJ), instituciones y ONG.
DIAGONAL: ¿Cuál ha sido el alcance del Plan de Humanización Penitenciaria?
LIVIA MONTES: Mi pequeño análisis como trabajadora cultural en penales es que la construcción de cárceles nuevas, ultramodernas, como las gringas, allá en Coro, en Yare III está bien. Pero las monstruosas cárceles que ya estaban allí, ¿por qué no las atendieron? Si las que hay se caen, totalmente desintegradas, que son sólo muros llenos de balas, de agujeros y de sangre ¿Cómo puede existir esto en el siglo XXI, en este proceso de cambio rotundo que nuestro comandante quiere? ¿Dónde está el compromiso del MIJ en este momento? Si no dan abasto con tantas responsabilidades que tienen, hay que ser honestos. ¿Cómo no van a tener los presos rabia, odio, después de eso, contra todos nosotros? Porque nadie ha hecho nada por estos muchachos. Eso genera un odio que se lleva por dentro, y cuando estalla… se descargan de todo lo que les han hecho, de un sistema totalmente injusto. No se trata de tres o cuatro cárceles nuevas, con bonitas paredes. Se trata de que hay miles de seres humanos viviendo en cárceles rotundas, infiernos inhumanos.
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D.: Los presos denuncian los abusos de la Guardia Nacional...
L.M.: Si la vida dentro de la cárcel es labor de custodios civiles, la vigilancia es tarea de la Guardia Nacional, un cuerpo militar con responsabilidad policial. En esa lucha de competencias entre el MIJ y Defensa, los militares mandan. No hay autoridad que controle, que frene a la Guardia. Tendría que haber una autoridad clara. Yo he llegado con autorizaciones del MIJ y los mandos militares de la cárcel no me han dejado entrar. Y el director del centro no ha podido hacer nada.
Bastante malos momentos he tenido que sufrir por parte de la GN. Por el desprecio, el maltrato verbal y psicológico, el retraso en la puerta para que te canses y te vayas, ¡qué no me han hecho desistir! Ellos odian a los presos, no han sido formados para esa labor, no les respetan. Imagínate el trato que les dan: los llaman perros, dicen que hay que matarlos, les pegan. Y el maltrato a las familias…
¿Cómo es posible que hoy, con lo rico que es este país, no haya medios para que las madres y mujeres de los presos no se tengan que seguir sometiendo a desnudos integrales y registros corporales para entrar? Son muchas humillaciones. ¿Quién se cree que ellas puedan meter metralletas o kilos de droga?
D.: ¿Las familias están organizadas?
L.M.: Trabajar con las familias es muy difícil, incluso peligroso, ya nos hemos llevado más de alguna sorpresa desagradable. Sin embargo, pese a todo, poco a poco se establece una organización entre los propios familiares. En lo de El Rodeo, lograron organizarse para estar todos los días ante la cárcel y vigilar que la GN no hiciera una carnicería con los que estaban dentro. Hay que reconocer la labor del voluntariado cristiano –organizaciones como Liberados en Marcha–, que ha hecho mucho más trabajo en las cárceles que el propio MIJ, y no recibe ningún apoyo del mismo, sólo permisos para entrar a pacificar lo que hay dentro.
D.: Los medios de comunicación hablan de que hay mafias dirigidas por “pranes”, más poderosas que los mandos del penal.
L.M.: La realidad de la cárcel es densa, bien compleja. Allí necesitan estar organizados para sobrevivir, para defenderse del sistema. La organización puede ser, al tiempo para lo bueno y lo malo. La necesitan para comer –la corrupción hace que no les llegue apenas alimento digno–, para asegurar el mantenimiento de los espacios físicos: sitios donde practicar ejercicio, etc. Claro que hay bandas, tráfico, violencia y abuso. Es la guerra, contra el que no respeta el código, contra la GN, contra el sistema. La vida dentro está regida por códigos, que si no conoces y rompes, si no tienes mucho cuidado con lo que dices, te juegas la vida. Hay que respetarlos y tener fuerza para subsistir. En la cárcel vale todo .
D.: ¿Tiene alguna salida la situación actual penitenciaria?
L.M.: No es fácil, se está en uno de los momentos más difíciles del sistema penitenciario venezolano, así nos duela a la gente de izquierdas que le estamos echando bola. Las instalaciones y los edificios son desastrosos, hay superpoblación, la administración es indiferente… No existe el Estado dentro de los muros. ¿De quién es la culpa?
Cuando se solucione lo de El Rodeo, no se va a resolver mucho: las cárceles del interior del país, lejos de la capital, son todavía más atroces. ¿Cuándo vamos a resolver la situación estructural, cuándo habrá recursos? Nadie como los reclusos para saber cómo se puede resolver lo de las cárceles: entre ellos hay gente formada, que ha estudiado las leyes. No es cuestión de darle voz a cualquiera, que ellos elijan a quien sabe defender los intereses de los presos. Tampoco es cosa de que manden ellos, que no haya una autoridad del Estado sino que éste asuma que son miles y que tienen derechos humanos, como todos y todas.
Los presos siguen siendo los olvidados, los últimos. Son personas que algún día tendrán que salir. Que no se pierda la oportunidad de darles dentro algo de lo que la vida no les pudo dar fuera, en los cerros, en la precariedad y la pobreza dentro de la pobreza. Son historias tremendas e intensas, dramas personales. Hay mínimos que sí podría cumplir la Administración: por lo menos informar a la familia de dónde y cómo están los presos. Facilitarles los recursos para llevarles alimentos y apoyo. Y que ellos no se queden solos. Ante tanto dolor, ¿dónde están los derechos humanos?
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