Yo soy

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jueves, 25 de agosto de 2011

Cárceles de Valencia, mi ciudad natal....(I)


Valencia es una ciudad con interesantes museos que recogen parte de su historia. El gobierno regional se ha preocupado en los últimos años de recuperar y restaurar algunos de estos museos, formando el "Circuito de museos de Carabobo".

Casa Paéz

A una cuadra de la Catedral de Valencia, se encuentra la "Cada Páez", un interesante museo de esta ciudad.
Fachada exterior
Fachada exterior
Patio interno y corredores
Patio interno y corredores
Esta casa sirvió de residencia a este personaje histórico venezolano, que es José Antonio Páez. Es una casa colonial típica, con su patio interno, sus salones y corredores y un sótano que fue utilizado en su época como cárcel y también como el lugar más seguro de la casa, para refugiarse de los enemigos del régimen.
Pintura representando la ''Acción de Yagual''
Pintura representando la "Acción de Yagual"
Cañones en el sótano
Cañones en el sótano
Las paredes están adornadas con cuadros de diferentes batallas de la independencia. También tiene una biblioteca.

Casa de la Estrella

Uno de los lugares con más historia en Valencia y en Venezuela misma, es la casa de la Estrella. Su nombre viene porque anteriormente, en la esquina había una tienda llamada La Estrella Roja.
Fachada exterior
Fachada exterior
Capilla. El piso es original y está protegido para evitar su deterioro
Capilla. El piso es original y está protegido para evitar su deterioro
La casa de la estrella fue inicialmente el hospital San Antonio de Padua (1664). Durante la época de la Independencia sirvió de lugar de reunión de los patriotas. Sin embargo, en el terremoto del Jueves Santo de 1812 sufrió algunos daños, obligando a que las sesiones siguieran en el jardín.
Pasillos de la casa de la estrella
Pasillos de la casa de la estrella
Libro de uno de los primeros censos de Valencia
Libro de uno de los primeros censos de Valencia
En 1830, cuando se decretó la separación de la Gran Colombia, sirvió como sede del congreso constituyente. Una vez terminada esta tarea, José Antonio Páez convierte la casa en sede del Colegio Nacional de Carabobo, el cual se convierte posteriormente en 1852 en el Colegio de Estudios Superiores, que se inicia con clases de medicina.
Vista del jardín
Vista del jardín
Otra vista
Otra vista
Sin embargo, en 1904 Cipriano Castro decreta la clausura de la Universidad. La casa de la Estrella es utilizada en 1936 como casa del Niño y en 1960 como hospital oncológico, hasta el año de 1990 en que es convertida en Centro de Historia.
Recientemente fue restaurada y forma parte del Circuito de museos de Carabobo.

Las Cárceles

Las Cárceles de aquí
Ayer apareció una noticia en NotiTarde, que no llama la atención por lo novedosa, sino por lo recurrente e ilógica. Pero ya es común aquí. En una redada (requisa) en la cárcel de Tocuyito, “encontraron” explosivo C4, Escopetas Automáticas, Granadas, Rifles, Pistolas, Revólveres, además de los respectivos proyectiles, drogas, y etc., etc., etc.
Hace dos o tres días, en otra redada, decomisaron un verdadero arsenal en la misma cárcel. Yo creo que esto es digno de ser registrado en el libro Guiness de Record.
Si te ha tocado alguna ves la desagradable y penosa tarea de ir a visitar a alguien en un penal, sabes la cantidad de revisiones y manoseos a los que te debes someter, que se asume deben garantizar la seguridad dentro de dicho penal, entonces, te imaginas que no debe ser nada fácil introducir a dicho recinto una escopeta, rifle o algo por el estilo.
¿Quién introduce dichas armas y drogas a los penales?, ¿Quién controla a los que controlan?, ¿FUNCIONA ESO?.
Ya lo dije al comienzo, esto no es nuevo, pero ¿hasta cuando?
Si el gobierno es INCAPAZ de controlar la situación en un recinto “cerrado” que en teoría está bajo la más acuciosa vigilancia, ¿será posible garantizar la seguridad afuera? .

Policarpa Salavarrieta PDF Imprimir E-mail
Policarpa Salavarrieta
Hace 193 años fusilaron a Policarpa Salavarrieta, La Pola, por disposición de “El Pacificador” Pablo Morillo.
Esta heroína colombiana, patriota, amante de la libertad usó nombres, salvoconductos y pasaportes falsos, se empleó como doméstica para espìar y facilitar emboscadas de la guerrilla, conspiró contra los realistas, ayudó a organizar destacamentos militares de apoyo a Simón Bolívar…
Ayer como hoy: de un lado los privilegiados que reprimen usando la fuerza y el uso abusivo de las leyes y del otro lado el pueblo que lucha.
Hoy más que nunca, cuando en Colombia, Pablo Morillo se reencarna en otros déspotas, rendimos homenaje a esta figura que reivindica a todos los colombianos que aman la justicia y la libertad.
En Colombia, a fines del s. XVIII comenzaron a incubarse los  deseos independentistas, que nacían de su  estrecha relación con la recesión económica del  momento, el malestar social y más que todo enmarcados por la penetración  de ideas ilustradas. Una de las más importantes de estas fermentaciones  revolucionarias fue la insurrección de los Comuneros (1781), encabezada  por José Antonio Galán.
El  20 de julio de 1810 se proclama la Independencia y es depuesto el virrey  Amar y Borbón, que gobernaba desde 1803. Una Junta Suprema toma el poder,  que por sus divergencias inician la primera guerra civil colombiana entre  centralistas y federalistas, cuyos máximos representantes son Antonio Nariño y Camilo Torres, respectivamente. El 16 de julio de 1813 es Nariño  quien proclama la separación definitiva de España de las Provincias  Unidas de Nueva Granada. El Imperio reacciona enviando sistemáticamente  expediciones para sofocar a los independentistas, éstos ya bajo las órdenes  del caraqueño Simón Bolívar.
Fernando  VII envió al general Pablo Morrillo quien restauró el virreinato e  implantó un régimen de terror. Corría el año 1816.


Morillo,  “El Pacificador”
Con antecedentes de una amplia carrera militar en su país natal, el  Teniente General don Pablo Morillo, revestido de un poder sin límites  otorgado por el Rey Fernando VII, hizo entrada con sus tropas la noche del  26 de mayo de 1816 a Santafé de Bogotá. Sus intenciones eran de tal  acrimonia que ya ningún patriota creyó ni pudo creer seguras su libertad  ni su vida, aun cuando hubiera tenido muy pequeña parte en la revolución.  La cuchilla española pendía sobre todas las gargantas, y podía inferirse con seguridad que se derramaría mucha sangre criolla.
Bajo  las órdenes e inspección de Morillo, las prisiones se multiplicaron en  toda Nueva Granada, y para juzgar a los desgraciados patriotas, se formó  por orden de él un tribunal militar, o Consejo Permanente de Guerra,  cuyos miembros debían confirmar las sentencias de "rebeldes y  traidores". El método de los juicios de este tribunal de sangre y  proscripciones era una singular farsa. Sin permitir a los reos hacer  pruebas ni buscar documentos para sincerar su conducta, eran arrastrados  al lugar del juicio, donde les esperaba el terrible fallo de muerte. Tan  cierto era esto, que Morillo tuvo la impudicia de anunciar en una proclama  a los habitantes de las Provincias de Popayán y del Chocó, que los Villavicencios, Valenzuelas y Lozanos morirían en un cadalso haciendo tal  anuncio cuando aún se les estaba siguiendo el proceso. Todo el mundo creyó,  entonces, que irían al patíbulo cuantos quisiera el déspota Pablo  Morillo, llamado irónicamente "El Pacificador".
El  objetivo de éste, que creó además un Consejo Permanente de Guerra y la  Junta de Secuestros, era el de extinguir para   siempre las luces intelectuales, quitar los  ciudadanos de influjo sobre los pueblos y embargar y destruir las  riquezas, para que en lo venidero no hubiese persona alguna capaz de hacer o dirigir otra revolución.
Las mujeres, las hijas o hermanas de los patriotas que habían muerto  en los patíbulos o que gemían en los calabozos, se hallaban sumidas en  la más espantosa miseria, sin apoyo alguno, y secuestrados o confiscados  sus bienes.
Ellas  fueron desterradas y humilladas por Morillo, que se la ingenió para que  cada juez y cura del lugar del destierro leyera una circular impresa y  firmada por Casano, Gobernador militar de Santafé, en que pintaban a las  señoras desterradas como impías, irreligiosas y de malas costumbres, y encargándoles que celasen  sobre  sus acciones, vestido y moralidad. Los jefes españoles, en aquella circular infame, calumniaron a muchas damas virtuosas, mujeres, madres,  hijas o hermanas de los patriotas, retratándolas con negros colores: querían  con la más refinada hipocresía presentarse como los defensores de la  religión y de la moral cristianas para hacer odiosa la causa de la  Independencia y Libertad.
En  aquella época desastrosa, ninguna muerte causó una impresión tan  profunda sobre los habitantes de la Nueva Granada, ni demostró más  claramente hasta dónde llegaba la crueldad de los jefes españoles, como  la de Policarpa Salavarrieta. Esta era una joven entusiasta por la  Independencia de su Patria; ella favorecía en cuanto le era posible y  daba auxilios a los patriotas oprimidos, y a los que resolvían irse a los  Llanos de Casanare, de donde esperaba que vendría la libertad del resto  de la Nueva Granada.

Policarpa Salavarrieta es sin duda  la heroína más conocida y popular para los colombianos. Representa la otra imagen femenina, casi opuesta a la tradicional: la mujer luchadora, activa, valiente. Es la  única figura femenina que acude de inmediato a la memoria del período de la  Independencia, aunque sabemos que fueron muchas las mujeres que sufrieron el mismo final,  y muchas, también las que participaron activamente y de diferentes maneras en las luchas  patriotas.
A pesar de su  popularidad, poco sabemos de su vida. Buena parte de la información es supuesta, aunque  ha sido divulgada como certera, y paradójicamente solo tenemos conocimiento bien  documentado de sus últimos días, antes de su trágica muerte. La fecha y lugar de su  nacimiento uno su nombre, son hasta ahora lucubraciones. La referencia más divulgada es que nació en el municipio de Guaduas, Cundinamarca, entre 1790 y 1796, y que su nombre  fue Policarpa. Pero, en realidad, ningún dato ha podido ser comprobado. Rafael Pombo  afirmó que había nacido en Mariquita y José Caicedo Rojas, que en Bogotá. Otros como  José María Samper, Pedro María Ibáñez y estudiosos como Eduardo Posada, José María  Restrepo Sáenz, Enrique Ortega Ricaurte o A. Hincapié afirman con vehemencia que fue en  Guaduas donde nació Policarpa.
Su nacimiento lo  podemos precisar a través de las fechas de nacimiento de sus hermanos, de los cuales  curiosamente si tenemos información. Según el tomo XII del Boletín de Historia y  Antigüedades, sus hermanos fueron: María Ignacia Clara, nacida en la parroquia de San  Miguel de Guaduas el 12 de agosto de 1789; Eduardo, el 3 de noviembre de 1792, en la misma  ciudad (ambos murieron en la infancia); Caterina, nacida en Guaduas en 1791; José María  de los Ángeles, bautizado en Guaduas el 12 de agosto de 1790; Manuel, el 26 de mayo de  1796 en Guaduas (ambos optaron por la carrera religiosa); Ramón, confirmado en Bogotá en  1800; Francisco Antonio, bautizado en la parroquia de Santa Bárbara, el 26 de septiembre de 1798; y Bibiano, en Bogotá, en 1801. Policarpa nació entre sus hermanos religiosos,  así que sus fechas de nacimiento pueden estar entre 1791 y 1796. Pareciera que por estos  años la familia de la Pola vivía en Guaduas y que posteriormente se trasladó a Bogotá,  aunque no sabemos si antes habitó en alguna otra población.
Su nombre  también ofrece muchas dudas. Su padre la llama Polonia al otorgar el poder de testar, y  con ese mismo nombre la hace figurar el presbítero Salvador Contreras al formalizar tal  testamento el 13 de diciembre de 1802. Su hermano Bibiano, el más cercano en afectos, la  llamaba Policarpa, como también Andrea Ricaurte de Lozano, en cuya casa vivió y fue  reducida a prisión, y Ambrosio Almeyda, quien conspiró con ella y recibió su  protección. En su falso pasaporte, expedido en 1817, se la denomina Gregoria Apolinaria.  Contemporáneos suyos, como Almeyda, José Caballero y José Hilario López la llamaban  simplemente la Pola. Sin embargo, Policarpa fue el nombre con que se dio a conocer y es el  que hoy perdura.
Policarpa Salavarrieta en capilla.  Óleo de Epifanio Garay y Caicedo. 98 x 66 cm.
Casa Museo del 20 de Julio, Bogotá.

Policarpa nació  y creció en una familia acomodada, que tenía lo suficiente para vivir y que era  respetada en la villa, aunque no poseía estatus de hidalguía. A través del testamento  de su padre, Joaquín Salavarrieta, se puede apreciar que es un hombre de regular fortuna,  que había emprendido negocios de agricultura y comercio, y que poseía una tienda en Guaduas. En el testamento de su madre, Mariana Ríos, figuran ropas abundantes, alhajas de  precio y un buen menaje doméstico. La casa de la familia Salavarrieta Ríos de Guaduas,  que aún se conserva convertida en museo, no es de las más prestantes o mejor construidas  del municipio, pero tampoco de las más pequeñas o miserables.
Cuando la  familia Salavarrieta se trasladó a Bogotá, don Joaquín adquirió una modesta casa baja  de tapia y teja en Santa Bárbara, uno de los barrios más bien pobres de la ciudad. Sin  embargo, la permanencia en Santafé fue efímera, debido a la tragedia familiar sufrida  por la epidemia de viruela que se propagó en la ciudad en 1802. El padre y la madre de  Policarpa murieron, junto con sus hermanos Eduardo y María Ignacia. Después de esta  desgracia, la familia Salavarrieta se disolvió. José María y Manuel ingresaron a la  comunidad agustina, Ramón y Francisco Antonio viajaron a trabajar en una finca de Tena.  La hermana mayor, Catarina, resolvió, alrededor de 1804, trasladarse de nuevo a Guaduas  para vivir con su madrina Margarita Beltrán, junto con Policarpa y su hermano menor  Bibiano. Allí estuvieron hasta que Catarina se casó con Domingo García, y la nueva  pareja llevó a vivir consigo a los dos hermanos. De esta época transcurrida en Guaduas  hay escasa información. Policarpa se desempeñó como costurera, labor que ejerció más  tarde en Santafé. Algunos afirman que enseñó en la escuela pública, actividad que  suponía cierta formación, no muy común para las mujeres de su condición en esa época. Parece, sí, que sabía leer y escribir. Guaduas era un lugar de tránsito obligado entre  la capital y el río Magdalena. A la villa la atravesaba el camino empedrado que mantenía  un constante trajín de arrieros, muías, sillas de mano, jinetes, peones y viajeros  nobles: virreyes, arzobispos y oidores. Un pueblo que tenía permanente movimiento y que  recibía información sobre cuanto suceso acontecía.
Durante la  época de la reconquista española y del terror, la Pola, Junto con su familia, compartía  el espíritu patriota. La estadía en la casa de los Beltrán, familia que había  participado activamente en el movimiento de los Comuneros en 1781 en contra del régimen  colonial, seguramente afianzó sus ideales de lucha y su inconformidad con el sistema  establecido por los pacificadores. Su cuñado, Domingo García, murió luchando al lado de  Nariño en la campaña del Sur. Su hermano Bibiano fue veterano de la misma campaña, y en  1815 regresó a Guaduas malherido, luego de una dura prisión. Sin duda su segunda  estadía en Guaduas despertó y afianzó el ideal de lucha patriota. Una de las leyendas  más populares relacionadas con este período de Guaduas se refiere con el vaticinio de su  trágico final: cuando la virreina pasó por la población con destino al exilio, en 1810,  se detuvo en casa de la familia de la Pola, le dio su imagen y le pronosticó su muerte.
El sargento Iglesias  intima prisión de la Pola. Dibujo de Miguel Días Vargas,

"El gráfico", noviembre de 1917.

Al parecer, antes de 1810 Policarpa no  estuvo envuelta en actividades políticas. No obstante, en 1817, cuando se trasladó a Santafé, ya participaba en ellas. Desde Guaduas inicia sus labores patriotas. Cuando la  Pola y su hermano Bibiano entraron a la capital, portaban salvo conductos falsos y  llevaban una carta escrita por Ambrosio Almeyda y José Rodríguez, dos líderes de las  guerrillas patriotas. Por recomendación de estos, Policarpa y su hermano se alojaron en  la casa de Andrea Ricaurte y Lozano, porque ya en Guaduas eran perseguidos.
En la capital,  Policarpa no era conocida, lo que le permitía salir con libertad y reunirse con los  patriotas. Una de sus tareas era coserle a las señoras de los realistas con el fin de  escuchar noticias y averiguar el número, los movimientos, el armamento y las órdenes de  las tropas enemigas, para que así los guerrilleros triunfaran en las emboscadas. Otras  actividades eran recibir y mandar mensajes de la guerrilla de los Llanos, comprar material  de guerra y convencer y ayudar a los jóvenes a unirse a los grupos de patriotas.
Naturalmente,  ella no hizo el trabajo: sola. Siempre estuvo al lado de compatriotas que la ayudaban,  como las mujeres de su época, que generalmente trabaiaban como conspiradoras al lado de  sus esposos, amantes, padres o hermanos. Tal vez el más importante compañero de trabajo  de la Pola, aparte de su hermano Bibiano, fue Alejo Sabaraín, de quien algunos autores,  como José Manuel Restrepo, afirman que era su novio y amante. Otros, como Rafael Pombo,  desmienten esa información, afirmando que Alejo era novio de María Ignacia Valencia.  Cierta o no la historia de sus amores, ellos trabajaron juntos por la causa de la  independencia. Sabaraín ya había luchado junto a Antonio Nariño en 1813, en la campaña  de Pasto, y había sido capturado en 1816; cubierto por el indulto del año siguiente,  salió libre y se dedicó al espionaje.
Quizás las  actividades de la Pola no hubiesen resultado sospechosas para los realistas hasta que  descubrieron la huida de los hermanos Almeyda, quienes fueron capturados con documentos  que la comprometían. Ella estaba muy implicada en la conspiración de los Almeyda, había  ayudado a desertar a varios miembros del batallón Numancia, había enviado armas, periódicos y recursos a los patriotas de los Llanos, y había suministrado información  sobre los movimientos de las tropas españolas. Igualmente, estaba envuelta en la fuga de  la cárcel de los hermanos Almeyda, en septiembre, a quienes les había encontrado refugio  en casa de Gertrudis Vanegas, en Macheta.
Los Almeyda  esperaban que la conexión con la Pola en Bogotá les sirviera para impulsar un  levantamiento en la ciudad, cuando éste se iniciara en los Llanos.
El arresto de  Alejo Sabaraín, cuando intentaba fugarse con otros compañeros al Casanare, fue el hecho  que permitió la captura de la Pola, pues éste tenía una lista de nombres de realistas y  de partriotas que la Pola le había entregado. Hasta ese momento, Policarpa había podido  pasar desapercibida y moverse con gran libertad por la ciudad. El sargento Iglesias, principal agente español en la ciudad, fue comisionado para encontrarla y arrestarla. La  Pola fue detenida con su hermano en la casa de Andrea Ricaurte y Lozano. Inmediatamente  fue reducida a calabozo en el Colegio Mayor del Rosario. Un consejo de guerra la condenó  a muerte el 10 de noviembre de 1817, junto con Sabaraín y otros patriotas.
"Policarpa Salavarrieta sacrificada por los españoles en esta plaza el  14 de noviembre de 1817.  Su memoria eternice entre nosotros y  que su fama resuene de polo a polo!!!"
Óleo anónimo del siglo XIX. 73 x 91  cm. Museo Nacional de Colombia, Bogotá.
El primero que  registró la ejecución fue José María Caballero, quien repite las palabras de Policarpa  cuando un soldado le ofreció un vaso de vino: «Pueblo de Santafé ¿cómo permites que  muera una paisana vuestra e inocente? Muero por defender los derechos de mi patria. Dios  Eterno, ved esta justicia». José Hilario López, quien la acompañó en su último día, resalta en sus Memorias el convencimiento de sus ideales y su coraje. La describe  como una mujer valiente y entusiasta por la libertad, que se sacrificaba para adquirir con  qué obsequiar a los desgraciados patriotas, y no pensaba ni hablaba de otra cosa que de  venganza y restablecimiento de la patria. Igualmente relata cómo la Pola rehusó  cualquier alternativa que la pudiera salvar, cuando le enviaron sacerdotes para que se  confesara.
La hora fijada  para el fusilamiento fue las nueve de la mañana del 14 de noviembre de 1817. La Pola  marchó con dos sacerdotes a su lado y se detuvo para expresar sus pensamientos. En vez de  repetir lo que decían los religiosos, no hacía sino maldecir a los españoles y  encarecer su venganza. Al salir a la plaza y ver al pueblo reunido para presenciar su fusilamiento, gritó la valentía de morir por la libertad de la patria. Al subir al  banquillo, se le ordenó ponerse de espaldas, porque debía morir así por traidora;  Policarpa solicitó morir de rodillas, considerando que esta era una posición más digna de una mujer. Su cuerpo no fue expuesto en las calles, como el de sus compañeros también  fusilados con ella, por ser cuerpo femenino. Sus hermanos sacerdotes lo reclamaron y  sepultaron en la iglesia del convento de San Agustín.
La ejecución de Policarpa, mujer joven, por un crimen político, movió a la  población en general y creó una mayor resistencia al régimen impuesto por Juan Sámano.  Si bien muchas mujeres fueron igualmente asesinadas durante la ocupación española, el  caso de la Pola cautivó la imaginación popular. Su muerte inspiró a poetas, literatos y  dramaturgos para inmortalizar su final funesto. Versos y poemas circularon rápidamente  después de su ejecución. Joaquín Monsalve se dio a conocer por su anagrama para  Policarpa: Yace por salvar la patria. En 1819, después de la batalla de Boyacá,  José Domínguez Rocha escribió una obra de teatro sobre la Pola. Su memoria no sólo se  esparció por Hispanoamérica, sino que también en el viejo mundo su historia apareció  publicada en Memoirs of Gregor McGregor, en Londres, 1820. En 1890 apareció en  Colombia la novela Policarpa, novela historiada, de Constancio Franco. A finales  del siglo XIX, para conmemorar el centenario de su nacimiento, fue inaugurado un monumento  en Guaduas y, en 1910, otro en Bogotá. En 1917, para rendir un homenaje especial al  centenario de los mártires, se publicaron documentos relacionados con la vida de  Policarpa. En 1967, por el sesquicentenario de su martirio, el Congreso designó el 14 de  noviembre como Día de la Mujer Colombiana. La casa de sus padres se convirtió en museo.
En comparación con otras mujeres cuya historia es similar -Rosa Zarate de Peña,  fusilada en Tumaco; Mercedes Abrego de Reyes, decapitada en Cúcuta, ambas en 1813; la  joven Carlota Armero en Mariquita en 1816 y Antonia Santos en Socorro, fusilada días  antes del triunfo de Boyacá; y otras 150 mujeres, aproximadamente, perseguidas por  Murillo-, la Pola es sin duda la más popular y conocida. Sin embargo, para el  historiador, queda pendiente determinar por qué la imagen de Policarpa Salavarrieta ha  llegado a ser la más representativa entre las las heroínas de nuestra independencia.

FUENTE: Revista Credencial Historia.  (Bogotá - Colombia). Edición 73 Enero de 1996



Cronología de Policarpa Salavarrieta
Variaciones del nombre: Polonia,  Gregoria Apolinaria, Policarpa, la Pola.

Variaciones del apellido: Salabarrieta,  Solabarrieta, Solavarrieta, Salavarrieta, Zalabarrieta.

Varinciones de la fecha de  nacimiento: 26 de enero de 1795, según Scarpetta y Vergara. 1791, 1793, 1796;  según Restrepo Sáenz y Ortega Ricaurte.

1795 o 1796, «el mes con seguridad  recuerdo es enero, y me parece que el día es 24 o 28», según José Maria Samper.

Varinciones del lugar de nacimiento:  Guaduas (Cundinamarca), Mariquita (Tolima), Villeta (Cundinamarca), Tabio  (Cundinamarca), Tuta (Boyacá).

Abuelos paternos: Juan  Francisco Salavarrieta y Eulalia (Olaria / Hularia / Ularia) Morales.

Abuelos maternos: Francisco  Ríos (Juan Francisco Ríos / Francisco del Río / Juan Francisco del Río) y Bárbara  Chamorro.

Padre: José Joaquín  Salavarrieta, originario de Vélez (Santander), empleado del servicio de  correos, transportador de correos entre Guaduas y Santafé de Bogotá.
Madre: Mariana Ríos  Chamorro (Maria Ana del Río Chamorro), originaria de Boyacá.
1786: 16 de septiembre. Joaquín  Salavarrieta y Mariana Ríos contraen matrimonio en Moniquirá (Boyacá).
1787- 1788 Nace Catarina  (Catalina), hermana mayor de Policarpa, se desconoce el lugar.
1789: 12 de agosto. Maria  Ignacia Clara, segunda hermana de Policarpa, es bautizada en Guaduas. 14 de septiembre.  Joaquín Salavarrieta, padre de la Pola, adquiere una casa en Guaduas.
1790: 1 de agosto. Nace  José Maria, tercer hermano de la Pola. Es bautizado al día siguiente, en Guaduas, con el  nombre de José Maria de Los Ángeles.
1792: 1 de noviembre. Nace  Eduardo, cuarto hermano de Policarpa. Es bautizado en Guaduas dos días después.
1794: 31 de diciembre. Nace  su quinto hermano y es bautizado al día siguiente, en Guaduas, con el nombre de José  Ignacio Ramón.
1796: 26 de enero. Probable  fecha de nacimiento de Policarpa Salavarrieta.
1797: 26 de mayo. Nace y es  bautizado su sexto hermano, de nombre José Maria.
1798: 30 de junio. Joaquín  Salavarrieta adquiere a Bartolomé Berdino una casa en el barrio Santa Bárbara, en  Santafé de Bogotá. 26 de septiembre. Francisco Antonio (Antonino),  séptimo hermano de la Pola, es bautizado en la iglesia de Santa Bárbara en Santafé de  Bogotá.
1801: 3 de diciembre. El  hermano manor de Policarpa, Vicente Bibiano Maria (Biviano), es bautizado en la iglesia de Santa  Bárbara.
1802: 14 de agosto. Mariana  Ríos muere víctima de la viruela -epidemia que azota la capital desde el mes de junio- y  es sepultada en la iglesia de Santa Bárbara.
4 de septiembre. Joaquín  Salavarrieta testa en favor de sus hijos «Catarina, José Maria, Polonia, Ramón, Jose,  Antonino y Bibiano». Se deduce que Maria Ignacia y Eduardo han fallecido para entonces.
7 septiembre. Joaquín  Salavarrieta es sepultado en el cementerio de Las Aguas, lugar destinado a las víctimas  de la viruela. Policarpa queda huérfana de padre y madre a la edad de seis años.
1804: 8 de febrero. José  Maria de Los Ángeles, tercer hermano de la Pola, es admitido como novicio en el convento  de agustinos calzados de Santalé de Bogotá.
1815: Bibiano Maria Salavarrieta  entra al servicio de las tropas republicanas, en clase de aspirante en la Brigada de  Artillería.
1817: ¿octubre?. El sargento  español Iglesias descubre a la Pola escondida en casa de Andrea Ricaurte de Lozano;  detenida en compañía de su hermano Bibiano, Policarpa es encarcelada en el Colegio Mayor  de Nuestra Señora del Rosario.
10 de noviembre. Un consejo  de guerra ccndena a muerte a Policarpa Salavarrieta, Alejo Sabaraín, José Manuel Díaz,  Antonio Galeano, José Maria Arcos, Antonio Suárez, Manuel Manrufuo (¿Jacobo Marufú?),  Francisco Arellano y Manuel Díaz, al hallarlos culpables de conspiración.
14 de noviembre. Policarpa  Salavarrieta es fusilada en la Plaza Mayor de Santafé de Bogotá - actual Plaza de  Bolívar-, en horas de la mañana. De inmediato, << tanta de materia en arbitrariedades evitar a conveniente resolución  soberana la recaiga que y asunto, del expediente al adición por Majestad Su a  cuenta dar para todo específica certificación inmediatamente ponga individuos, nueve  indicados los ejecutados sido han porque crimen calidad número, informe se  reserva debida con Cámara, escribano el acordaron Reino, pacificación la  importa tanto leyes las cumplimiento Tribunal insistiendo conspiración,  nueva crímenes juzgar permanente Guerra Consejo capital  esta restablezca se estorbar sobre Sámano Juan don Campo de  Mariscal Militar Comandante Gobernador prevenido tiene le como Crimen, Sala ordinaria reos comprendidos fueron causa testimonio militar jurisdicción debido ha Reino conformidad considerando ordinaria; real notoriedad dichos muchos siendo Audiencia, Real noticia aun ni aviso precedente sin militar, disposición mujer  una hombres echo día propio once donde banquillos, horcas dos colocadas mayor, plaza Tribunal, cases frente al  este mañana notado habiéndose dijeron interino, fiscal presente Granada,  Nuevo Chancilleria Audiencia Oidores Regente Presidente,  Virrey, señores>
En la misma fecha, y como respuesta a la  anterior solicitud expedida por la Real Audiencia, el abogado secretario de Cámara y  Acuerdo, Francisco José de Aguilar y Contreras, certifica que, «inspeccionado por mí  personalmente [...] el superior auto que antecede al suplicio y ejecución hecha en este  día de ocho hombres y una mujer, nombrados Joseph Manuel Díaz, Antonio Galiano, Joseph  Maria Arcos, Antonio Suárez, Manuel Manrufuo, militares, Alejo Zabaraín, Francisco  Arellano, Manuel Díaz y Policarpa o Pola Salabarrieta, paisanos, y para afianzarme en  este concepto de su colidad, me informé del sargento Joseph Garcia y otros del número de  militares y convinieron en el de los cinco expresados; y notificándome en el mode posible  de la naturaleza de su causa y crimen porque han sido ejecutados, supe que los referidos  nueve individuos fueron juzgados militarmente y sentenciados en Consejo de Guerra sin  haber separación de paisanos y militares, por habérseles sorprendido y apresado en el  tránsito a la provincia de los Llanos donde permanecen algunos cabecillas de insurgentes;  y hallándoseles algunos papeles de recomendación que les hacía la última, añadiendo  que después de haber sido fusilados fueron suspendidos en horcas Arcos, Arellano,  Zabaraín y Manuel Díaz » .
José Maria de Los Ángeles y José Maria  Salavarrieta, agustinos calzados, reclaman el cuerpo de su hermana y le dan sepultura en  la iglesia de San Agustín. A Los demás ejecutados se les entierra en La Veracruz.
Diciembre. Ambrosio Almeida, el  principal de Los miembros de la guerrilla de Chocontá, envía un parte al comandante  general, Francisco de Paula Santander, en el que se refiere a Policarpa como «la  Ciudadana Pola Salavarrieta [...] pasada por las armas [...] Joven virtuosa que  generosamente había protegido a varias personas afectas a nuestra causa, entre ellas a mi  hermano y a mí".
1820: 1 de enero. El Correo  del Orinoco, periódico de la ciudad venezolana de Angostura, da a la luz el anagrama  «Polycarpa Salavarrieta: Yace par salver la patria». original del bogotano Joaquín  Monsalve, compañero de prisión de Policarpa y probablemente uno de sus cómplices.  Monsalve «creía que Policarpa, como nombre helénico, se ascribe con y griega,  por lo cual acomodó dicha letra en la palabra yace, y que Salavarrieta era  apellido que había llevado siempre la S, hasta que alguien corrompió el vocable  escribiéndolo indebidamente con Z, por cuya razón no tuvo que hacer cambio de letras en  el verbo salvar, como supusieron los que ignoraban la ortografía de aquel  apellido». Calificado como «el major anagrama conocido en Hispano America», circuló clandestinamente `< régimen el  bajo intentara muerte peligro constituía publicación su subversiva evidentemente  frase ya Boyacá, triunfo después divulgarse vino sólo >
1823: 28 de febrero. Los  hermanos José Maria de Los Ángeles, José Maria, Ramón y Bibiano Salavarrieta venden al  coronel Anselmo Pinilla (¿Pineda?) la casa heredada del padre, situada en el barrio Santa  Bárbara.
1824: 17 de noviembre. El  general Pedro Briceño extiende la orden para que Bibiano Maria Salavarrieta sea admitido  como aspirante sargento en el Batallón 20 de Reserva del ejército republicano.
1837: 19 de agosto. El  presidente José Ignacio de Márquez firma el decreto por medio del cual se nombra al  presbítero Bibiano Salavarrieta encargado del curato de Toca (Boyacá).
1862: Bibiano Salavarrieta,  hermano manor de la Pola y su compañero de prisión, militar de la Independencia y  sacerdote católico, fallece en Santalé de Bogotá.
1865: 17 de marzo. José Maria  Salavarrieta fallece en Santafé de Bogotá, a la edad de setenta y siete años.
1886: Rafael Pombo encuentra en una casa de la  Calle de Los Curas, en el barrio bogotano de San Victorino, a Rita Ríos, prima hermana de  Policarpa Salavarrieta, quien le cuenta que la Pola trabajaba como modista para  respetables familias al tiempo que destilaba aguardiente y lo escondía en botijas en la  casa del comerciante español Andrés Romero y de su esposa Bárbara Estengo, matrimonio  que emigró de la capital en 1819.
1894: 2 de octubre. El  presidente Miguel Antonio Caro firma la Ley 15, por medio de la cual se destinan $10.000  para adquirir un monumento que se levante en la Villa de Guaduas en honor de Policarpa  Salavarrieta, considerando «que la memoria de esta mártir de la Libertad debe  perpetuarse en las generaciones venideras, como ejemplo de acendrado patriotismo y del  sacrificio más abnegado y fructuoso para la causa de la República» .
 


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