Valencia es una ciudad con interesantes museos que recogen parte de su historia. El gobierno regional se ha preocupado en los últimos años de recuperar y restaurar algunos de estos museos, formando el "Circuito de museos de Carabobo".
Casa Paéz
A una cuadra de la Catedral de Valencia, se encuentra la "Cada Páez", un interesante museo de esta ciudad.
Fachada exterior
Patio interno y corredores
Esta casa sirvió de residencia a este personaje histórico venezolano, que es José Antonio Páez. Es una casa colonial típica, con su patio interno, sus salones y corredores y un sótano que fue utilizado en su época como cárcel y también como el lugar más seguro de la casa, para refugiarse de los enemigos del régimen.
Pintura representando la "Acción de Yagual"
Cañones en el sótano
Las paredes están adornadas con cuadros de diferentes batallas de la independencia. También tiene una biblioteca.
Casa de la Estrella
Uno de los lugares con más historia en Valencia y en Venezuela misma, es la casa de la Estrella. Su nombre viene porque anteriormente, en la esquina había una tienda llamada La Estrella Roja.
Fachada exterior
Capilla. El piso es original y está protegido para evitar su deterioro
La casa de la estrella fue inicialmente el hospital San Antonio de Padua (1664). Durante la época de la Independencia sirvió de lugar de reunión de los patriotas. Sin embargo, en el terremoto del Jueves Santo de 1812 sufrió algunos daños, obligando a que las sesiones siguieran en el jardín.
Pasillos de la casa de la estrella
Libro de uno de los primeros censos de Valencia
En 1830, cuando se decretó la separación de la Gran Colombia, sirvió como sede del congreso constituyente. Una vez terminada esta tarea, José Antonio Páez convierte la casa en sede del Colegio Nacional de Carabobo, el cual se convierte posteriormente en 1852 en el Colegio de Estudios Superiores, que se inicia con clases de medicina.
Vista del jardín
Otra vista
Sin embargo, en 1904 Cipriano Castro decreta la clausura de la Universidad. La casa de la Estrella es utilizada en 1936 como casa del Niño y en 1960 como hospital oncológico, hasta el año de 1990 en que es convertida en Centro de Historia.
Recientemente fue restaurada y forma parte del Circuito de museos de Carabobo.
Las Cárceles
Las Cárceles de aquí
Ayer apareció una noticia en NotiTarde, que no llama la atención por lo novedosa, sino por lo recurrente e ilógica. Pero ya es común aquí. En una redada (requisa) en la cárcel de Tocuyito, “encontraron” explosivo C4, Escopetas Automáticas, Granadas, Rifles, Pistolas, Revólveres, además de los respectivos proyectiles, drogas, y etc., etc., etc.
Hace dos o tres días, en otra redada, decomisaron un verdadero arsenal en la misma cárcel. Yo creo que esto es digno de ser registrado en el libro Guiness de Record.
Si te ha tocado alguna ves la desagradable y penosa tarea de ir a visitar a alguien en un penal, sabes la cantidad de revisiones y manoseos a los que te debes someter, que se asume deben garantizar la seguridad dentro de dicho penal, entonces, te imaginas que no debe ser nada fácil introducir a dicho recinto una escopeta, rifle o algo por el estilo.
¿Quién introduce dichas armas y drogas a los penales?, ¿Quién controla a los que controlan?, ¿FUNCIONA ESO?.
Ya lo dije al comienzo, esto no es nuevo, pero ¿hasta cuando?
Si el gobierno es INCAPAZ de controlar la situación en un recinto “cerrado” que en teoría está bajo la más acuciosa vigilancia, ¿será posible garantizar la seguridad afuera? .
Policarpa Salavarrieta |
Policarpa Salavarrieta Hace 193 años fusilaron a Policarpa Salavarrieta, La Pola, por disposición de “El Pacificador” Pablo Morillo. Esta heroína colombiana, patriota, amante de la libertad usó nombres, salvoconductos y pasaportes falsos, se empleó como doméstica para espìar y facilitar emboscadas de la guerrilla, conspiró contra los realistas, ayudó a organizar destacamentos militares de apoyo a Simón Bolívar… Ayer como hoy: de un lado los privilegiados que reprimen usando la fuerza y el uso abusivo de las leyes y del otro lado el pueblo que lucha. Hoy más que nunca, cuando en Colombia, Pablo Morillo se reencarna en otros déspotas, rendimos homenaje a esta figura que reivindica a todos los colombianos que aman la justicia y la libertad. En Colombia, a fines del s. XVIII comenzaron a incubarse los deseos independentistas, que nacían de su estrecha relación con la recesión económica del momento, el malestar social y más que todo enmarcados por la penetración de ideas ilustradas. Una de las más importantes de estas fermentaciones revolucionarias fue la insurrección de los Comuneros (1781), encabezada por José Antonio Galán. El 20 de julio de 1810 se proclama la Independencia y es depuesto el virrey Amar y Borbón, que gobernaba desde 1803. Una Junta Suprema toma el poder, que por sus divergencias inician la primera guerra civil colombiana entre centralistas y federalistas, cuyos máximos representantes son Antonio Nariño y Camilo Torres, respectivamente. El 16 de julio de 1813 es Nariño quien proclama la separación definitiva de España de las Provincias Unidas de Nueva Granada. El Imperio reacciona enviando sistemáticamente expediciones para sofocar a los independentistas, éstos ya bajo las órdenes del caraqueño Simón Bolívar. Fernando VII envió al general Pablo Morrillo quien restauró el virreinato e implantó un régimen de terror. Corría el año 1816. Morillo, “El Pacificador” Con antecedentes de una amplia carrera militar en su país natal, el Teniente General don Pablo Morillo, revestido de un poder sin límites otorgado por el Rey Fernando VII, hizo entrada con sus tropas la noche del 26 de mayo de 1816 a Santafé de Bogotá. Sus intenciones eran de tal acrimonia que ya ningún patriota creyó ni pudo creer seguras su libertad ni su vida, aun cuando hubiera tenido muy pequeña parte en la revolución. La cuchilla española pendía sobre todas las gargantas, y podía inferirse con seguridad que se derramaría mucha sangre criolla. Bajo las órdenes e inspección de Morillo, las prisiones se multiplicaron en toda Nueva Granada, y para juzgar a los desgraciados patriotas, se formó por orden de él un tribunal militar, o Consejo Permanente de Guerra, cuyos miembros debían confirmar las sentencias de "rebeldes y traidores". El método de los juicios de este tribunal de sangre y proscripciones era una singular farsa. Sin permitir a los reos hacer pruebas ni buscar documentos para sincerar su conducta, eran arrastrados al lugar del juicio, donde les esperaba el terrible fallo de muerte. Tan cierto era esto, que Morillo tuvo la impudicia de anunciar en una proclama a los habitantes de las Provincias de Popayán y del Chocó, que los Villavicencios, Valenzuelas y Lozanos morirían en un cadalso haciendo tal anuncio cuando aún se les estaba siguiendo el proceso. Todo el mundo creyó, entonces, que irían al patíbulo cuantos quisiera el déspota Pablo Morillo, llamado irónicamente "El Pacificador". El objetivo de éste, que creó además un Consejo Permanente de Guerra y la Junta de Secuestros, era el de extinguir para siempre las luces intelectuales, quitar los ciudadanos de influjo sobre los pueblos y embargar y destruir las riquezas, para que en lo venidero no hubiese persona alguna capaz de hacer o dirigir otra revolución. Las mujeres, las hijas o hermanas de los patriotas que habían muerto en los patíbulos o que gemían en los calabozos, se hallaban sumidas en la más espantosa miseria, sin apoyo alguno, y secuestrados o confiscados sus bienes. Ellas fueron desterradas y humilladas por Morillo, que se la ingenió para que cada juez y cura del lugar del destierro leyera una circular impresa y firmada por Casano, Gobernador militar de Santafé, en que pintaban a las señoras desterradas como impías, irreligiosas y de malas costumbres, y encargándoles que celasen sobre sus acciones, vestido y moralidad. Los jefes españoles, en aquella circular infame, calumniaron a muchas damas virtuosas, mujeres, madres, hijas o hermanas de los patriotas, retratándolas con negros colores: querían con la más refinada hipocresía presentarse como los defensores de la religión y de la moral cristianas para hacer odiosa la causa de la Independencia y Libertad. En aquella época desastrosa, ninguna muerte causó una impresión tan profunda sobre los habitantes de la Nueva Granada, ni demostró más claramente hasta dónde llegaba la crueldad de los jefes españoles, como la de Policarpa Salavarrieta. Esta era una joven entusiasta por la Independencia de su Patria; ella favorecía en cuanto le era posible y daba auxilios a los patriotas oprimidos, y a los que resolvían irse a los Llanos de Casanare, de donde esperaba que vendría la libertad del resto de la Nueva Granada. Policarpa Salavarrieta es sin duda la heroína más conocida y popular para los colombianos. Representa la otra imagen femenina, casi opuesta a la tradicional: la mujer luchadora, activa, valiente. Es la única figura femenina que acude de inmediato a la memoria del período de la Independencia, aunque sabemos que fueron muchas las mujeres que sufrieron el mismo final, y muchas, también las que participaron activamente y de diferentes maneras en las luchas patriotas. A pesar de su popularidad, poco sabemos de su vida. Buena parte de la información es supuesta, aunque ha sido divulgada como certera, y paradójicamente solo tenemos conocimiento bien documentado de sus últimos días, antes de su trágica muerte. La fecha y lugar de su nacimiento uno su nombre, son hasta ahora lucubraciones. La referencia más divulgada es que nació en el municipio de Guaduas, Cundinamarca, entre 1790 y 1796, y que su nombre fue Policarpa. Pero, en realidad, ningún dato ha podido ser comprobado. Rafael Pombo afirmó que había nacido en Mariquita y José Caicedo Rojas, que en Bogotá. Otros como José María Samper, Pedro María Ibáñez y estudiosos como Eduardo Posada, José María Restrepo Sáenz, Enrique Ortega Ricaurte o A. Hincapié afirman con vehemencia que fue en Guaduas donde nació Policarpa. Su nacimiento lo podemos precisar a través de las fechas de nacimiento de sus hermanos, de los cuales curiosamente si tenemos información. Según el tomo XII del Boletín de Historia y Antigüedades, sus hermanos fueron: María Ignacia Clara, nacida en la parroquia de San Miguel de Guaduas el 12 de agosto de 1789; Eduardo, el 3 de noviembre de 1792, en la misma ciudad (ambos murieron en la infancia); Caterina, nacida en Guaduas en 1791; José María de los Ángeles, bautizado en Guaduas el 12 de agosto de 1790; Manuel, el 26 de mayo de 1796 en Guaduas (ambos optaron por la carrera religiosa); Ramón, confirmado en Bogotá en 1800; Francisco Antonio, bautizado en la parroquia de Santa Bárbara, el 26 de septiembre de 1798; y Bibiano, en Bogotá, en 1801. Policarpa nació entre sus hermanos religiosos, así que sus fechas de nacimiento pueden estar entre 1791 y 1796. Pareciera que por estos años la familia de la Pola vivía en Guaduas y que posteriormente se trasladó a Bogotá, aunque no sabemos si antes habitó en alguna otra población. Su nombre también ofrece muchas dudas. Su padre la llama Polonia al otorgar el poder de testar, y con ese mismo nombre la hace figurar el presbítero Salvador Contreras al formalizar tal testamento el 13 de diciembre de 1802. Su hermano Bibiano, el más cercano en afectos, la llamaba Policarpa, como también Andrea Ricaurte de Lozano, en cuya casa vivió y fue reducida a prisión, y Ambrosio Almeyda, quien conspiró con ella y recibió su protección. En su falso pasaporte, expedido en 1817, se la denomina Gregoria Apolinaria. Contemporáneos suyos, como Almeyda, José Caballero y José Hilario López la llamaban simplemente la Pola. Sin embargo, Policarpa fue el nombre con que se dio a conocer y es el que hoy perdura. Policarpa Salavarrieta en capilla. Óleo de Epifanio Garay y Caicedo. 98 x 66 cm. Casa Museo del 20 de Julio, Bogotá. Policarpa nació y creció en una familia acomodada, que tenía lo suficiente para vivir y que era respetada en la villa, aunque no poseía estatus de hidalguía. A través del testamento de su padre, Joaquín Salavarrieta, se puede apreciar que es un hombre de regular fortuna, que había emprendido negocios de agricultura y comercio, y que poseía una tienda en Guaduas. En el testamento de su madre, Mariana Ríos, figuran ropas abundantes, alhajas de precio y un buen menaje doméstico. La casa de la familia Salavarrieta Ríos de Guaduas, que aún se conserva convertida en museo, no es de las más prestantes o mejor construidas del municipio, pero tampoco de las más pequeñas o miserables. Cuando la familia Salavarrieta se trasladó a Bogotá, don Joaquín adquirió una modesta casa baja de tapia y teja en Santa Bárbara, uno de los barrios más bien pobres de la ciudad. Sin embargo, la permanencia en Santafé fue efímera, debido a la tragedia familiar sufrida por la epidemia de viruela que se propagó en la ciudad en 1802. El padre y la madre de Policarpa murieron, junto con sus hermanos Eduardo y María Ignacia. Después de esta desgracia, la familia Salavarrieta se disolvió. José María y Manuel ingresaron a la comunidad agustina, Ramón y Francisco Antonio viajaron a trabajar en una finca de Tena. La hermana mayor, Catarina, resolvió, alrededor de 1804, trasladarse de nuevo a Guaduas para vivir con su madrina Margarita Beltrán, junto con Policarpa y su hermano menor Bibiano. Allí estuvieron hasta que Catarina se casó con Domingo García, y la nueva pareja llevó a vivir consigo a los dos hermanos. De esta época transcurrida en Guaduas hay escasa información. Policarpa se desempeñó como costurera, labor que ejerció más tarde en Santafé. Algunos afirman que enseñó en la escuela pública, actividad que suponía cierta formación, no muy común para las mujeres de su condición en esa época. Parece, sí, que sabía leer y escribir. Guaduas era un lugar de tránsito obligado entre la capital y el río Magdalena. A la villa la atravesaba el camino empedrado que mantenía un constante trajín de arrieros, muías, sillas de mano, jinetes, peones y viajeros nobles: virreyes, arzobispos y oidores. Un pueblo que tenía permanente movimiento y que recibía información sobre cuanto suceso acontecía. Durante la época de la reconquista española y del terror, la Pola, Junto con su familia, compartía el espíritu patriota. La estadía en la casa de los Beltrán, familia que había participado activamente en el movimiento de los Comuneros en 1781 en contra del régimen colonial, seguramente afianzó sus ideales de lucha y su inconformidad con el sistema establecido por los pacificadores. Su cuñado, Domingo García, murió luchando al lado de Nariño en la campaña del Sur. Su hermano Bibiano fue veterano de la misma campaña, y en 1815 regresó a Guaduas malherido, luego de una dura prisión. Sin duda su segunda estadía en Guaduas despertó y afianzó el ideal de lucha patriota. Una de las leyendas más populares relacionadas con este período de Guaduas se refiere con el vaticinio de su trágico final: cuando la virreina pasó por la población con destino al exilio, en 1810, se detuvo en casa de la familia de la Pola, le dio su imagen y le pronosticó su muerte. El sargento Iglesias intima prisión de la Pola. Dibujo de Miguel Días Vargas, "El gráfico", noviembre de 1917. Al parecer, antes de 1810 Policarpa no estuvo envuelta en actividades políticas. No obstante, en 1817, cuando se trasladó a Santafé, ya participaba en ellas. Desde Guaduas inicia sus labores patriotas. Cuando la Pola y su hermano Bibiano entraron a la capital, portaban salvo conductos falsos y llevaban una carta escrita por Ambrosio Almeyda y José Rodríguez, dos líderes de las guerrillas patriotas. Por recomendación de estos, Policarpa y su hermano se alojaron en la casa de Andrea Ricaurte y Lozano, porque ya en Guaduas eran perseguidos. En la capital, Policarpa no era conocida, lo que le permitía salir con libertad y reunirse con los patriotas. Una de sus tareas era coserle a las señoras de los realistas con el fin de escuchar noticias y averiguar el número, los movimientos, el armamento y las órdenes de las tropas enemigas, para que así los guerrilleros triunfaran en las emboscadas. Otras actividades eran recibir y mandar mensajes de la guerrilla de los Llanos, comprar material de guerra y convencer y ayudar a los jóvenes a unirse a los grupos de patriotas. Naturalmente, ella no hizo el trabajo: sola. Siempre estuvo al lado de compatriotas que la ayudaban, como las mujeres de su época, que generalmente trabaiaban como conspiradoras al lado de sus esposos, amantes, padres o hermanos. Tal vez el más importante compañero de trabajo de la Pola, aparte de su hermano Bibiano, fue Alejo Sabaraín, de quien algunos autores, como José Manuel Restrepo, afirman que era su novio y amante. Otros, como Rafael Pombo, desmienten esa información, afirmando que Alejo era novio de María Ignacia Valencia. Cierta o no la historia de sus amores, ellos trabajaron juntos por la causa de la independencia. Sabaraín ya había luchado junto a Antonio Nariño en 1813, en la campaña de Pasto, y había sido capturado en 1816; cubierto por el indulto del año siguiente, salió libre y se dedicó al espionaje. Quizás las actividades de la Pola no hubiesen resultado sospechosas para los realistas hasta que descubrieron la huida de los hermanos Almeyda, quienes fueron capturados con documentos que la comprometían. Ella estaba muy implicada en la conspiración de los Almeyda, había ayudado a desertar a varios miembros del batallón Numancia, había enviado armas, periódicos y recursos a los patriotas de los Llanos, y había suministrado información sobre los movimientos de las tropas españolas. Igualmente, estaba envuelta en la fuga de la cárcel de los hermanos Almeyda, en septiembre, a quienes les había encontrado refugio en casa de Gertrudis Vanegas, en Macheta. Los Almeyda esperaban que la conexión con la Pola en Bogotá les sirviera para impulsar un levantamiento en la ciudad, cuando éste se iniciara en los Llanos. El arresto de Alejo Sabaraín, cuando intentaba fugarse con otros compañeros al Casanare, fue el hecho que permitió la captura de la Pola, pues éste tenía una lista de nombres de realistas y de partriotas que la Pola le había entregado. Hasta ese momento, Policarpa había podido pasar desapercibida y moverse con gran libertad por la ciudad. El sargento Iglesias, principal agente español en la ciudad, fue comisionado para encontrarla y arrestarla. La Pola fue detenida con su hermano en la casa de Andrea Ricaurte y Lozano. Inmediatamente fue reducida a calabozo en el Colegio Mayor del Rosario. Un consejo de guerra la condenó a muerte el 10 de noviembre de 1817, junto con Sabaraín y otros patriotas. "Policarpa Salavarrieta sacrificada por los españoles en esta plaza el 14 de noviembre de 1817. Su memoria eternice entre nosotros y que su fama resuene de polo a polo!!!" Óleo anónimo del siglo XIX. 73 x 91 cm. Museo Nacional de Colombia, Bogotá. El primero que registró la ejecución fue José María Caballero, quien repite las palabras de Policarpa cuando un soldado le ofreció un vaso de vino: «Pueblo de Santafé ¿cómo permites que muera una paisana vuestra e inocente? Muero por defender los derechos de mi patria. Dios Eterno, ved esta justicia». José Hilario López, quien la acompañó en su último día, resalta en sus Memorias el convencimiento de sus ideales y su coraje. La describe como una mujer valiente y entusiasta por la libertad, que se sacrificaba para adquirir con qué obsequiar a los desgraciados patriotas, y no pensaba ni hablaba de otra cosa que de venganza y restablecimiento de la patria. Igualmente relata cómo la Pola rehusó cualquier alternativa que la pudiera salvar, cuando le enviaron sacerdotes para que se confesara. La hora fijada para el fusilamiento fue las nueve de la mañana del 14 de noviembre de 1817. La Pola marchó con dos sacerdotes a su lado y se detuvo para expresar sus pensamientos. En vez de repetir lo que decían los religiosos, no hacía sino maldecir a los españoles y encarecer su venganza. Al salir a la plaza y ver al pueblo reunido para presenciar su fusilamiento, gritó la valentía de morir por la libertad de la patria. Al subir al banquillo, se le ordenó ponerse de espaldas, porque debía morir así por traidora; Policarpa solicitó morir de rodillas, considerando que esta era una posición más digna de una mujer. Su cuerpo no fue expuesto en las calles, como el de sus compañeros también fusilados con ella, por ser cuerpo femenino. Sus hermanos sacerdotes lo reclamaron y sepultaron en la iglesia del convento de San Agustín. La ejecución de Policarpa, mujer joven, por un crimen político, movió a la población en general y creó una mayor resistencia al régimen impuesto por Juan Sámano. Si bien muchas mujeres fueron igualmente asesinadas durante la ocupación española, el caso de la Pola cautivó la imaginación popular. Su muerte inspiró a poetas, literatos y dramaturgos para inmortalizar su final funesto. Versos y poemas circularon rápidamente después de su ejecución. Joaquín Monsalve se dio a conocer por su anagrama para Policarpa: Yace por salvar la patria. En 1819, después de la batalla de Boyacá, José Domínguez Rocha escribió una obra de teatro sobre la Pola. Su memoria no sólo se esparció por Hispanoamérica, sino que también en el viejo mundo su historia apareció publicada en Memoirs of Gregor McGregor, en Londres, 1820. En 1890 apareció en Colombia la novela Policarpa, novela historiada, de Constancio Franco. A finales del siglo XIX, para conmemorar el centenario de su nacimiento, fue inaugurado un monumento en Guaduas y, en 1910, otro en Bogotá. En 1917, para rendir un homenaje especial al centenario de los mártires, se publicaron documentos relacionados con la vida de Policarpa. En 1967, por el sesquicentenario de su martirio, el Congreso designó el 14 de noviembre como Día de la Mujer Colombiana. La casa de sus padres se convirtió en museo. En comparación con otras mujeres cuya historia es similar -Rosa Zarate de Peña, fusilada en Tumaco; Mercedes Abrego de Reyes, decapitada en Cúcuta, ambas en 1813; la joven Carlota Armero en Mariquita en 1816 y Antonia Santos en Socorro, fusilada días antes del triunfo de Boyacá; y otras 150 mujeres, aproximadamente, perseguidas por Murillo-, la Pola es sin duda la más popular y conocida. Sin embargo, para el historiador, queda pendiente determinar por qué la imagen de Policarpa Salavarrieta ha llegado a ser la más representativa entre las las heroínas de nuestra independencia. FUENTE: Revista Credencial Historia. (Bogotá - Colombia). Edición 73 Enero de 1996 Cronología de Policarpa Salavarrieta Variaciones del nombre: Polonia, Gregoria Apolinaria, Policarpa, la Pola. Variaciones del apellido: Salabarrieta, Solabarrieta, Solavarrieta, Salavarrieta, Zalabarrieta. Varinciones de la fecha de nacimiento: 26 de enero de 1795, según Scarpetta y Vergara. 1791, 1793, 1796; según Restrepo Sáenz y Ortega Ricaurte. 1795 o 1796, «el mes con seguridad recuerdo es enero, y me parece que el día es 24 o 28», según José Maria Samper. Varinciones del lugar de nacimiento: Guaduas (Cundinamarca), Mariquita (Tolima), Villeta (Cundinamarca), Tabio (Cundinamarca), Tuta (Boyacá). Abuelos paternos: Juan Francisco Salavarrieta y Eulalia (Olaria / Hularia / Ularia) Morales. Abuelos maternos: Francisco Ríos (Juan Francisco Ríos / Francisco del Río / Juan Francisco del Río) y Bárbara Chamorro. Padre: José Joaquín Salavarrieta, originario de Vélez (Santander), empleado del servicio de correos, transportador de correos entre Guaduas y Santafé de Bogotá. Madre: Mariana Ríos Chamorro (Maria Ana del Río Chamorro), originaria de Boyacá. 1786: 16 de septiembre. Joaquín Salavarrieta y Mariana Ríos contraen matrimonio en Moniquirá (Boyacá). 1787- 1788 Nace Catarina (Catalina), hermana mayor de Policarpa, se desconoce el lugar. 1789: 12 de agosto. Maria Ignacia Clara, segunda hermana de Policarpa, es bautizada en Guaduas. 14 de septiembre. Joaquín Salavarrieta, padre de la Pola, adquiere una casa en Guaduas. 1790: 1 de agosto. Nace José Maria, tercer hermano de la Pola. Es bautizado al día siguiente, en Guaduas, con el nombre de José Maria de Los Ángeles. 1792: 1 de noviembre. Nace Eduardo, cuarto hermano de Policarpa. Es bautizado en Guaduas dos días después. 1794: 31 de diciembre. Nace su quinto hermano y es bautizado al día siguiente, en Guaduas, con el nombre de José Ignacio Ramón. 1796: 26 de enero. Probable fecha de nacimiento de Policarpa Salavarrieta. 1797: 26 de mayo. Nace y es bautizado su sexto hermano, de nombre José Maria. 1798: 30 de junio. Joaquín Salavarrieta adquiere a Bartolomé Berdino una casa en el barrio Santa Bárbara, en Santafé de Bogotá. 26 de septiembre. Francisco Antonio (Antonino), séptimo hermano de la Pola, es bautizado en la iglesia de Santa Bárbara en Santafé de Bogotá. 1801: 3 de diciembre. El hermano manor de Policarpa, Vicente Bibiano Maria (Biviano), es bautizado en la iglesia de Santa Bárbara. 1802: 14 de agosto. Mariana Ríos muere víctima de la viruela -epidemia que azota la capital desde el mes de junio- y es sepultada en la iglesia de Santa Bárbara. 4 de septiembre. Joaquín Salavarrieta testa en favor de sus hijos «Catarina, José Maria, Polonia, Ramón, Jose, Antonino y Bibiano». Se deduce que Maria Ignacia y Eduardo han fallecido para entonces. 7 septiembre. Joaquín Salavarrieta es sepultado en el cementerio de Las Aguas, lugar destinado a las víctimas de la viruela. Policarpa queda huérfana de padre y madre a la edad de seis años. 1804: 8 de febrero. José Maria de Los Ángeles, tercer hermano de la Pola, es admitido como novicio en el convento de agustinos calzados de Santalé de Bogotá. 1815: Bibiano Maria Salavarrieta entra al servicio de las tropas republicanas, en clase de aspirante en la Brigada de Artillería. 1817: ¿octubre?. El sargento español Iglesias descubre a la Pola escondida en casa de Andrea Ricaurte de Lozano; detenida en compañía de su hermano Bibiano, Policarpa es encarcelada en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. 10 de noviembre. Un consejo de guerra ccndena a muerte a Policarpa Salavarrieta, Alejo Sabaraín, José Manuel Díaz, Antonio Galeano, José Maria Arcos, Antonio Suárez, Manuel Manrufuo (¿Jacobo Marufú?), Francisco Arellano y Manuel Díaz, al hallarlos culpables de conspiración. 14 de noviembre. Policarpa Salavarrieta es fusilada en la Plaza Mayor de Santafé de Bogotá - actual Plaza de Bolívar-, en horas de la mañana. De inmediato, << tanta de materia en arbitrariedades evitar a conveniente resolución soberana la recaiga que y asunto, del expediente al adición por Majestad Su a cuenta dar para todo específica certificación inmediatamente ponga individuos, nueve indicados los ejecutados sido han porque crimen calidad número, informe se reserva debida con Cámara, escribano el acordaron Reino, pacificación la importa tanto leyes las cumplimiento Tribunal insistiendo conspiración, nueva crímenes juzgar permanente Guerra Consejo capital esta restablezca se estorbar sobre Sámano Juan don Campo de Mariscal Militar Comandante Gobernador prevenido tiene le como Crimen, Sala ordinaria reos comprendidos fueron causa testimonio militar jurisdicción debido ha Reino conformidad considerando ordinaria; real notoriedad dichos muchos siendo Audiencia, Real noticia aun ni aviso precedente sin militar, disposición mujer una hombres echo día propio once donde banquillos, horcas dos colocadas mayor, plaza Tribunal, cases frente al este mañana notado habiéndose dijeron interino, fiscal presente Granada, Nuevo Chancilleria Audiencia Oidores Regente Presidente, Virrey, señores> En la misma fecha, y como respuesta a la anterior solicitud expedida por la Real Audiencia, el abogado secretario de Cámara y Acuerdo, Francisco José de Aguilar y Contreras, certifica que, «inspeccionado por mí personalmente [...] el superior auto que antecede al suplicio y ejecución hecha en este día de ocho hombres y una mujer, nombrados Joseph Manuel Díaz, Antonio Galiano, Joseph Maria Arcos, Antonio Suárez, Manuel Manrufuo, militares, Alejo Zabaraín, Francisco Arellano, Manuel Díaz y Policarpa o Pola Salabarrieta, paisanos, y para afianzarme en este concepto de su colidad, me informé del sargento Joseph Garcia y otros del número de militares y convinieron en el de los cinco expresados; y notificándome en el mode posible de la naturaleza de su causa y crimen porque han sido ejecutados, supe que los referidos nueve individuos fueron juzgados militarmente y sentenciados en Consejo de Guerra sin haber separación de paisanos y militares, por habérseles sorprendido y apresado en el tránsito a la provincia de los Llanos donde permanecen algunos cabecillas de insurgentes; y hallándoseles algunos papeles de recomendación que les hacía la última, añadiendo que después de haber sido fusilados fueron suspendidos en horcas Arcos, Arellano, Zabaraín y Manuel Díaz » . José Maria de Los Ángeles y José Maria Salavarrieta, agustinos calzados, reclaman el cuerpo de su hermana y le dan sepultura en la iglesia de San Agustín. A Los demás ejecutados se les entierra en La Veracruz. Diciembre. Ambrosio Almeida, el principal de Los miembros de la guerrilla de Chocontá, envía un parte al comandante general, Francisco de Paula Santander, en el que se refiere a Policarpa como «la Ciudadana Pola Salavarrieta [...] pasada por las armas [...] Joven virtuosa que generosamente había protegido a varias personas afectas a nuestra causa, entre ellas a mi hermano y a mí". 1820: 1 de enero. El Correo del Orinoco, periódico de la ciudad venezolana de Angostura, da a la luz el anagrama «Polycarpa Salavarrieta: Yace par salver la patria». original del bogotano Joaquín Monsalve, compañero de prisión de Policarpa y probablemente uno de sus cómplices. Monsalve «creía que Policarpa, como nombre helénico, se ascribe con y griega, por lo cual acomodó dicha letra en la palabra yace, y que Salavarrieta era apellido que había llevado siempre la S, hasta que alguien corrompió el vocable escribiéndolo indebidamente con Z, por cuya razón no tuvo que hacer cambio de letras en el verbo salvar, como supusieron los que ignoraban la ortografía de aquel apellido». Calificado como «el major anagrama conocido en Hispano America», circuló clandestinamente `< régimen el bajo intentara muerte peligro constituía publicación su subversiva evidentemente frase ya Boyacá, triunfo después divulgarse vino sólo > 1823: 28 de febrero. Los hermanos José Maria de Los Ángeles, José Maria, Ramón y Bibiano Salavarrieta venden al coronel Anselmo Pinilla (¿Pineda?) la casa heredada del padre, situada en el barrio Santa Bárbara. 1824: 17 de noviembre. El general Pedro Briceño extiende la orden para que Bibiano Maria Salavarrieta sea admitido como aspirante sargento en el Batallón 20 de Reserva del ejército republicano. 1837: 19 de agosto. El presidente José Ignacio de Márquez firma el decreto por medio del cual se nombra al presbítero Bibiano Salavarrieta encargado del curato de Toca (Boyacá). 1862: Bibiano Salavarrieta, hermano manor de la Pola y su compañero de prisión, militar de la Independencia y sacerdote católico, fallece en Santalé de Bogotá. 1865: 17 de marzo. José Maria Salavarrieta fallece en Santafé de Bogotá, a la edad de setenta y siete años. 1886: Rafael Pombo encuentra en una casa de la Calle de Los Curas, en el barrio bogotano de San Victorino, a Rita Ríos, prima hermana de Policarpa Salavarrieta, quien le cuenta que la Pola trabajaba como modista para respetables familias al tiempo que destilaba aguardiente y lo escondía en botijas en la casa del comerciante español Andrés Romero y de su esposa Bárbara Estengo, matrimonio que emigró de la capital en 1819. 1894: 2 de octubre. El presidente Miguel Antonio Caro firma la Ley 15, por medio de la cual se destinan $10.000 para adquirir un monumento que se levante en la Villa de Guaduas en honor de Policarpa Salavarrieta, considerando «que la memoria de esta mártir de la Libertad debe perpetuarse en las generaciones venideras, como ejemplo de acendrado patriotismo y del sacrificio más abnegado y fructuoso para la causa de la República» . |
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