Yo soy

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viernes, 3 de junio de 2011

Se la fumaron verde

Diciembre 13, 2006 por David.


Retrato a Lápiz de David Andrade por
 
Cristóbal Ruiz,1979

“Los jóvenes poetas venezolanos, cuando no borgean, octavio paztan en sus creaciones ancilares”.
 
Manuel Bermúdez
Borges ya había dicho en 1925, el primer deber: ser moderno, aunque eso signifique repudiar las tradiciones literarias, derrumbar casas y edificios, repudiar nuestro pasado, ser originales. ¿Cómo se puede defender la autenticidad de este “ser originales” cuando creemos anular lo no conocido? Porque hay que sumarle a esto que muchos escogen no solamente repudiarlos, habiéndolos conocido o leídos, sino que son muchos más quienes los desprecian, los repudian sin haberlos tan sólo hojeado en el prólogo, bajo el criterio de que, “eso no hace falta”, “¿para qué?”, “¡los clásicos ya tuvieron su tiempo!”…o solazándonos bajo el criterio temerario de Jorge Luis Borges.
No es menester mencionar las historias épicas y sus fechas, las batallas, la heroicidad de sus caudillos quienes estuvieron y vinieron luego. Hace falta además conocerlos, trajinarlos en el oficio sobre el papel, para poderlos analizar, es decir, “Separación y distinción de las partes de un todo hasta llegar a conocer sus principios constitutivos”, descomponer en sus factores primos, ir de lo general a lo particular, ¡desmontar!.
El carácter lúdico, por no decir cómodo que se le dio a la Modernidad en Venezuela, buscando ésta, la modernidad, a ese consumidor perdido en las cosas que él mismo había extraviado; tuvo como consecuencia que nos dio vergüenza hablar desde nosotros mismos, desde nuestros legítimos elementos culturales, haciéndonos miserables y pacatos. Creyendo que ese caminar pausado y elegante en el centro de algunas de las urbes del Norte de América o europeas nos hacía más universales, para luego, volver a la patria, como el “buen hijo” que regresa a casa convertido en filósofo de cafés, recordando galimatías con cara de circunstancias: disfrazando el habla cotidiana con el lenguaje experimental.
No es gratuito, que en materia de radio y durante la segunda guerra mundial (1939-1945) si la BBC de Londres cuyas siglas querían decir “Broadcasting Corporation” y la NBC de Estados Unidos “National Broadcasting Corporaction”, nosotros aquí en Caracas, a nuestra primera AM, le colocáramos “Broadcasting Caracas”. Cuando realmente se le tenía que haber adjetivado: Emisora de Caracas, si tomamos en cuenta las traducciones y el contexto en que estaban inscritos ambos vocablos, “Broad” (ancho, extenso) y “Cast” (echar, arrojar, proyectar, lanzar).
No es de difícil recordación algunos textos y canciones populares donde se ilustra de alguna manera a estos “personajes”, como por ejemplo los textos de 
 
 Aquiles Nazoa o el JUAN JOSÉ que por la vía del grafismo, Mariela Romero nos presenta en su obra “Esperando al Italiano”, allí se expone una manera de acercar la ilusión encarnada en los distintos personajes o como cuando analizamos el efecto de la “Música Moderna”, que cantábamos en “inglés” sin saber lo que cantábamos, ni mucho menos Inglés. Todo por el sólo hecho de que estaba de moda “cantar” dizque en inglés (el remedo contentaba el ímpetu en la inhalación contenida) o las agrupaciones musicales que se formaron en Venezuela, como los Dart o los 007, los Impala y Los Supersónicos, con sus versiones bien malas por cierto, en los contenidos literarios; ya que sólo era importante el continente, quiero decir la línea melódica…que podíamos “tocar” con sólo mover el pie derecho.
Ahora, no da nostalgia, lo que da es risa que se estrangula en la comisura de los labios, no por la candidez en “el afán performativo”, sino por lo ridículo de todo aquello: pena ajena y propia, por no haber sabido defender desde las trincheras de mi montunidad, el deber ser Venezolano.
Pero todo esto sucedía por la “precaria idea de modernidad literaria”. Volvamos al hilo de la madeja, lo dicho por el intelectual Jorge Luis Borges, concitó que no solamente se repudió lo mediato, sino que y producto del desorden en las ideas, se terminó por repudiar lo inmediato también -lo que no se enfundara en la moda-, luego la modernidad degeneró en, “hacer lo que se quiere” y no en querer lo que se hace. Este carácter libérrimo y sin ninguna disciplina en materia de investigación preparaba lo que estaba por venir: la banalización en el discurso de las carreras, en las distintas Escuelas de todas las universidades del país, el rechazo al estudio de la filosofía y al ejercicio en el aprender a pensar (filosofar), cayéndonos la maldición light; privó la mercadería -el best seller- por encima del verdadero texto de filosofía, promoviendo la frivolización “con seriedad en el hecho escritural”, la cultura del catálogo (ni siquiera el breviario) y lo que es peor, una devolución al enciclopedismo decimonónico creyendo muchos, que se está siendo contemporáneo por la forma conveniente en que nos adaptamos a las nuevas comodidades que nos da la “modernidad” de la cual nunca hemos podido salir.
En fin la modernidad, por lo menos aquí en Venezuela, sirvió para que algunos “intelectuales” recrearan las sanas maneras de huir de la historia, confundiendo la moda con lo nuevo, creyendo que ella, la modernidad, cambiaría prospectivamente la realidad del país. Confundiendo lo popular con lo más conocido, tergiversando la eficacia política que pudiera estar contenida en el nuevo régimen (la democracia), haciéndonos perder en la “búsqueda sin cese del confort”. Intentando un ejercicio de conciencia bajo la pátina europeísta o soñando el “sueño americano”, sin darnos cuenta que ese “sueño público” que se quiso dar a la modernidad, fracasó como ejercicio de conciencia cuando el soñante se arrogó su exclusividad. 
 
 Flor de Onoto, Jesús Villegas. Técnica: óleo sobre tela




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