Yo soy

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sábado, 7 de abril de 2012

Lo dice la abogada Mónica Fernández, conductora del programa “Se Ha Dicho” a Dhameliz Díaz.


El Carabobeño 07 abril 2012

Las cárceles son el reflejo de nuestra sociedad enferma


(Foto Mariana Yépez)
Dhameliz Díaz | ddiaz@el-carabobeno.com
Siempre era como la más salida del salón. En mi colegio Madre del Divino Pastor, yo era la que entrevistaba, presentaba los actos culturales, anunciaba la entrega de premios de fin de curso” confiesa sin pena, ahora más famosa, la abogada Mónica Fernández, conductora del programa “Se Ha Dicho”.
Sí. Es la misma fundadora del Foro Penal Venezolano y se dedicaba con ímpetu a denunciar la persecución política en los tribunales. “Voluntariamente fui abandonando el tema de la defensa de los presos políticos”.
¿Por estar en pantalla?
-No. Maduras y te das cuenta que eres utilizado sistemáticamente. Te desgastas luchando y aparecen intereses distintos a los tuyos, no hay bondad. En un momento dado, todo el mundo se refería al problema, comenzó como una rapiña… estos son mis presos, yo los defiendo. Percibí mucho egoísmo en familiares de presos políticos. Alfredo Romero, Gonzalo Himiob y yo hemos sido víctimas de ataques injustificados. Categóricamente este tema no lo vuelvo a tocar. Luego de la huelga de hambre de presos políticos hace dos años, logramos la liberación de 11 personas y que a la jueza María Lourdes Afiuni le dieran casa por cárcel. Pagué un alto costo… Fuimos ofendidos por quienes no salieron. Dijeron que nos habíamos vendido al Gobierno, que éramos negociantes, que los habíamos excluido de una supuesta lista… ¡Es muy duro cuando expones tu pellejo!
Volteretas de la vida. Anhelaba convertirse en comunicadora social, pero no entró en la escuela de la Universidad Católica Andrés Bello, donde le ofrecieron cupo en Educación. Se decidió, la verdad con resignación, por estudiarla, al mismo tiempo que derecho en la Universidad Santa María, tal cual indicaban los test vocacionales. “Siempre le di un enfoque orientado a la comunicación. Decía que los abogados eran como muy complicados, así que me esforzaba por imprimirle al derecho un matiz pedagógico, útil para formar”.
Primera en las dos promociones, con mención honorífica Cum Laude, desde un tiempo para acá cada vez que golpea el martillo en las pantallas de Tv, no es para administrar justicia, como solía hacerlo en el Tribunal 39 de Control del Área Metropolitana de Caracas, sino para sellar acuerdos entre las partes en conflictos, que exponen sus casos de lunes a viernes a las 6:00 pm en Televen.
Especialista en criminología y en derecho administrativo, es casi doctora en Ciencias, mención derecho. “Terminé hace como mil años, pero me falta la tesis. ¡Algún día la voy a entregar! Me aprobaron el proyecto: Es sobre las cárceles. Sostengo, que la finalidad de la pena no debe ser la resocialización. Critico que el propósito del castigo sea la reinserción social. Soy criminólogo de la tendencia abolicionista de la cárcel como forma de cumplimiento de condena. ¡Claro. Eso es muy difícil de entenderlo en Venezuela! Lo estoy diciendo desde 1997 cuando escribí mi libro: No puedes resocializar a alguien que come con las manos, que viva alejado de la sociedad. Elías Neuman, criminólogo argentino se preguntaba si era posible que alguien pudiera aprender a jugar fútbol en un ascensor. Es imposible resocializar en una cárcel venezolana.
A los 24 años cuando se convierte en la Directora de Prisiones más joven, ya se conocía las cárceles desde que era estudiante. “El ministro de Justicia Enrique Meyer –Gobierno de Caldera con el “chiripero”- llega a Yare un 19 de abril y pregunta qué hacía ese punto amarillo allí, jugando sofbol con el poco de presos. Tenía el pelo a lo Irene Sáez, rubio y frondoso. Le digo, ministro lo que hay que hacer es esto, esto y esto. Entonces me designó la coordinadora del programa Libertad de los presos. Me llamaba la carajita. La noche que me nombraron Directora Nacional de Prisiones, no pude dormir al darme cuenta del paquete en el que me había metido”.
Su gestión arrojó un saldo de 24 muertes en las cárceles en un año. Balance doloroso que en nada se compara al de hoy. “Para mí fue terrible. Era una responsabilidad del Estado y así lo declaraba. Era un país distinto. Las autoridades podían entrar a los recintos penitenciarios y los reclusos se ponían la camisa. Yo pactaba con los líderes, hoy pranes, me sentaba de tú a tú para que hubiese ambiente de paz. Las requisas eran casi diarias y los despojábamos de chopos, chuzos, armas rudimentarias, ahora están más armados que los policías y la Guardia Nacional; tienen el control de la droga y el dinero. Los que estamos en libertad nos creemos perfectos, pero las cárceles reflejan el deterioro de un país. Son el espejo de nuestra sociedad enferma. ¿Antes había armas y violencia en las cárceles? Sí. ¿Corrupción? También, pero eran controlables. Ahora se desbordaron, se les fue de las manos. Que es lo mismo que pasa en todos lados cuando no hay autoridad, ni justicia.
“¿Quién llega a los recintos penitenciarios?”, se pregunta sin hacer pausa. “El excluido, el que no tuvo posibilidad de estudiar, el que hizo de las drogas parte de su vida. Quienes están presos son los pobres. ¡El proceso penal siempre ha sido selectivo! El policía detiene al que, como digo yo, tiene porte ilícito de cara. El feo, el que de otra raza, se ve pobre, viste de la manera que al funcionario le parece mal… Lamentablemente es un proceso de estigmatización”.
-Sorprendentemente, había planes de humanización interesantes para las cárceles, criminólogos y expertos de las universidades estaban abocados al problema, pero designaron como la ministro de Prisiones a Iris Varela y todo cambió. Se aprobó en primera discusión en la Asamblea Nacional con algunas observaciones técnicas, un magnífico Código Penal e Iris Varela envió otro completamente distinto que no está adaptado a la realidad. ¿Si era un buen proyecto por qué tenía que cambiarlo? Ante esta dura realidad, todo lo que haces se diluye en el día a día de una descomposición social e institucional muy grande.
De Juez a perseguida
“En 1999 entré por concurso al Poder Judicial. Luego de 5 años, pasé de juez a perseguida, al firmar una orden en el caso del ex ministro de Interior y Justicia Ramón Rodríguez Chacín, durante aquellos días confusos del 11 de abril de 2002. No me gusta hablar de ese tema, es muy sensible para mí. Me tocó una coyuntura terrible políticamente. Hoy en día se dice que firmé órdenes de allanamiento en blanco y no es verdad. Firmé una sola, que me solicitó un fiscal, a quien a su vez se lo pidió una policía.
“Yo hice lo que tenía que hacer: la audiencia y lo mandé a su casa explicándole que las circunstancias eran caóticas y no quería arriesgar su vida. ¡Pero bueno! Los que firmaron boletas en blanco son hoy jueces superiores, eso es lo más sorprendente de esta historia… Pero ellos rompieron las órdenes de allanamiento, rehicieron los libros de diarios. Esos días en el Palacio de Justicia eran una locura y recuerdo diciéndoles, están locos… Entonces los jueces me decían que era chavista. El tiempo, 10 años después me ayudó a comprenderlo, que la radicalización te etiqueta, pero yo no soy un actor político. Siempre he estado en la defensa de los derechos humanos, la justicia y seguridad que es donde puedo aportar y donde sé hacer. Rodríguez Chacín nunca se constituyó en mi acusador”.
“¡Otra vez abril”!, suspira. “Se remueven las pasiones de unos y otros. Son unos días que te dan y te dan… Unos me tildan de chavista otros de opositora. Y yo estoy en el país del medio construyendo mi entorno. No respondo ataques. La violencia se genera cuando hay dos violentos. Me han insultado, inventado noviazgo. Creo que la verdadera historia no se ha contado. Me tocó ser parte de un pedacito, pero no quiero repetirla jamás. Mi problema ese día fue ir a trabajar, como decía una amiga, a luchar por la justicia, al igual que los súper héroes”.
El presidente me dio la amnistía porque yo era la débil del caso. Los poderosos escapan de la justicia, no sé cómo hacen. ¿Quiénes fuimos los enjuiciados? Los huérfanos de poder político. Enfrenté íntegramente mi proceso judicial. Me prohibieron salir del país.
Luego de ese evento fundamos el Foro Penal Venezolano cuando nos dimos cuenta que los mismos fiscales, jueces se rotan en determinado tipo de casos, me digo, espérate, hay elementos en la administración de justicia que se están repitiendo. Y decido llamar a mis amigos de toda la vida de la universidad, Alfredo Romero y Gonzalo Himiob defensores de otros casos y levantamos un informe, con mucho respeto.
¿De ultra derecha yo? Me da risa
¿Cómo escapar a la polarización política y ser útil?
-Ayudaré a quien lo necesite sin compromisos ideológicos porque no los tengo. Me da risa cuando me tildan de ultra derecha, mi abuelo fue combatiente con la izquierda en la Guerra Civil Española. Fundador del Partido Socialista Obrero Español, he vivido toda la vida dentro de los principios socialistas. No saben cuál es mi historia personal. He sido crítica de la oposición, demandé a 11 policías de Chacao por violación de derechos humanos y gané. Confronté muy duro al Gobierno por los presos políticos. En ese país del medio puedo dialogar con cualquiera sin agredirlo ni ofenderlo.

Soy un ente de mediación

¿Si no está aquí, ni allá, cómo se mueve para enfrentar la violencia?
-En mis actuaciones hay un norte: la paz en Venezuela. Soy sobreviviente de la violencia. La experimenté como directora de Prisiones, juez, imputada y víctima, dándome una visión integrada del problema. Por encima hay un país y nadie me va a encasillar en radicalismo.
¿Esa posición la ayudó a convertirse en la conductora del programa?
-Me llamaron para un casting de lo que he hecho toda mi vida, donde participaron muchos aspirantes. Me consultan a través de las redes sociales, contesto, ayudo, no espero nada a cambio, pero tampoco insultos. No sé nada de los casos. Me siento allí y a cada una de las partes le pido que me cuente. Voy resolviendo sin guión, necesitas ciertas cualidades, ser el ‘maravilloso’ abogado, pero también saber improvisar. Es un posgrado de tolerancia y un aprendizaje. Yo no administro justicia en el programa. Soy un ente imparcial de mediación y conciliación. No puedo usurpar las funciones de un juez. A veces los participantes quieren gritarse, golpearse y debo aprovechar la coyuntura, reflejo del día a día de los venezolanos, para que entiendan que se puede resolver problemas sin levantar la voz. La gente necesita solucionar sus conflictos cotidianos que te quitan calidad de vida.
Es la función de un juez de paz ¿Por qué cree que esta figura no se ha fortalecido?
-No somos un país de prevención, ni de resolución alternativa de conflictos. Nuestro país es conflictivo, estamos acostumbrados a resolver con golpes, a gritos, mediante insultos o demandando. El mensaje es ‘busca resolver los problemas de forma diferente’ para no recargar el sistema de justicia y evitar solucionarlos a tiros. Aquí no ha habido cultura de paz sino de violencia, aunque obviamente la polarización la exacerba porque todo el mundo está como a la defensiva… Hay que fortalecer la justicia de paz, la Constitución obliga.

viernes, 6 de abril de 2012